Sin Karl Lagerfeld, Chanel continúa su rumbo con Virginie Viard al timón. La firma de lujo más reconocida del planeta iniciaba en 2019, tras la muerte del diseñador, una nueva etapa en la que sus códigos, las perlas, el binomio blanco y negro, el tweed… siguen intactos. Aunque con la perspicacia de saber adaptarse a los nuevos tiempos, ya sea con prendas de carácter deportivo o novedosos acabados futuristas. Tradición y modernidad llevan años conviviendo para reforzar el sello de la Maison. Lo que en 1913 comenzó siendo una modesta boutique se ha convertido en todo un fenómeno, traducido en 300 tiendas a lo largo del mundo y un estilo mundialmente reconocido. Repasamos la historia de Chanel.
De humilde costurera a reina de París
Abandonada por su padre a los 12 años, la joven Gabriella Chanel fue trasladada con su hermana menor a un orfanato. La Abadía Aubuzine fue su lugar de residencia durante siete años. Entre sentimientos de soledad y abandono, Gabrielle convirtió su experiencia bajo aquellos muros en futuras inspiraciones. Del escepticismo románico derivó su gusto por la pureza de las creaciones, así como la preferencia por el blanco y el negro. La opulencia de los objetos religiosos y las vestimentas ceremoniales alimentó su fascinación por el barroco, posteriormente representado en sus diseños con el uso de tonos dorados y atrevida bisutería adornada con piedras de colores.
En Aubuzine, Chanel fue instruida como costurera. Se pasaba los días cosiendo y las noches cantando en un cabaret, donde apodada como Coco, comenzó a demostrar con su encanto que era una mujer distinta a las demás. Carisma que le sirvió para enamorar al rico Ethiane Balsan. Su noviazgo con Balsan la alejó de sus orígenes humildes para relacionarla con la alta sociedad parisina, escenario en el que se desenvolvía con magistral soltura. Su vestimenta, confeccionada por sí misma, era toda una declaración de intenciones. No se parecía a nadie, lo sabía y lo reivindicaba.
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Pero si existe una figura clave en la evolución de Coco Chanel ese será Boy Capel, al que ella misma consideró su verdadero amor. Boy le prestó ayuda económica en su primera incursión empresarial, una tienda de sombreros. El impulso definitivo llegó en 1913 con su boutique de modas en Deauville. Fue, entonces, cuando la diseñadora inició su particular revolución.
Un estilo propio
Con Chanel, el cuerpo de la mujer fue liberado. El exceso de ornamentación, propio de los años veinte, y la opresión del corsé quedaron desterrados. Como mujer, diseñaba para las mujeres dándole poder a la funcionalidad y quitándoselo al efecto.
Creadora y embajadora de sus propias colecciones, se paseaba con sus diseños por las calles más chic de la ciudad. Su arrolladora personalidad hacía de ella la mejor modelo para sus creaciones. En el 31 de la parisina Rue Cambom, Chanel abrió su primera casa de costura en 1918. La capital de la moda quedará rendida a sus pies.
De Coco a Karl
El 10 de enero de 1971 fallecía Gabrielle Chanel. En lugar de rendir homenaje a la Chanel rebelde y provocadora, la firma comenzó a alejarse del éxito alcanzado, convirtiéndose en sinónimo de una burguesía obsoleta. Pero la leyenda debía continuar.
En 1983 la historia de Chanel escribirá su segundo capítulo en el mundo de la moda con la llegada de Karl Lagerfeld. Encargado de la supervisión de la línea prêt-à-porter, le bastó un año para alzarse con el control absoluto de la marca.
Los años 80 pedían exceso y Lagerfeld se adentró en el pasado para mirar al futuro: acortó las faldas de los clásicos trajes de tweed, potenció los complementos y reforzó el uso del logo. La doble C cruzada lo inundaba todo, adaptándose a la entonces demandada identidad de marca. Sus colecciones se encadenaban siendo un éxito absoluto.
El diseñador alemán repetía como lema que “no hay que dejar de reinventarse ”, imponiendo esta frase como filosofía para la nueva era Chanel. La sucesión de nombres en las grandes casas de costura: Balenciaga, Lanvin, Dior… Sigue mostrando a día de hoy la dificultad de alzarse en la cúspide de una firma de renombre. Karl Lagerfeld encontró su mayor éxito en Chanel, y Chanel encontró a una nueva Coco en él.
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El sello Lagerfeld/ Coco no ha desaparecido. Eso es lo que transmiten las últimas colecciones de la casa francesa bajo la batuta de Virginie Viard. La nueva directora creativa, mano derecha de Lagerfeld durante años, busca su hueco en la continuidad. De momento, las críticas la respaldan.
Del tweed al bolso 2.55
Coco Chanel configuró un look propio, que Lagerfeld supo interpretar a la perfección. Hazaña que ahora queda en manos de Viard. Una serie de códigos han hecho de la firma francesa una de las más visibles e inconfundibles del mundo.
Sí hay una aportación mayúscula en la historia de Chanel esa es la chaqueta. De inspiración militar, elaborada en tweed y con botones adornados con la doble C, se convirtió en el símbolo de la elegancia del momento. Hoy, 60 años después de su creación, y prestada a las transformaciones más audaces, constituye una pieza clave para la moda contemporánea. Según el propio Karl Lagerfeld: “En la moda siempre hay cosas que nunca pasan de moda: el vaquero, la camisa blanca y la chaqueta Chanel”.
El color negro se sitúa como otro de los distintivos de Chanel en los primeros tiempos. Pero hay una prenda que alcanza la categoría de icono, ese es el denominado Little Black Dress (LBD). El vestidito negro creado en los años 20 continúa de plena actualidad. Sin adornos, con una estructura sencilla, el negro toma el protagonismo.
Pero en la difícil elección de escoger entre las piezas más representativas de la Maison, no podía faltar uno de los complementos más imitados de la historia de la moda: El bolso 2.55.
